Atrapada en una boda...
Después de pasear por el centro de la ciudad condal, adquirir algún que otro par de zapatos y dejar temblando la tarjeta de crédito, comprendí que era la hora de volver a casa.
Decidí también que era el momento perfecto para ver las cartas (o más bien facturas) que se amontonaban en el buzón.
Propaganda, facturas y un sobre elegante que captó mi atención...
Lo metí en la bolsa de mis impresionantes zapatos nuevos y subí las escaleras de mi céntrico y estupendo piso en el centro, pero que no tiene ascensor.
Una vez dejadas las nuevas adquisiciones en el vestidor, volvió a mi ese sobre elegante.. Demasiado elegante para tratarse de una factura.
Abrí el sobre...
¡¡Y por fin, nos casamos!!
Me costó al menos tres minutos volver en sí...
Mi pasional Capitán Garfio, había madurado... Y no regalaría a princesas inconformistas como yo... o como tú, más noches de pasión desenfrenada.
Con lo difícil que es de por si asistir a una boda siendo una soltera de oro, como que encima le aumentábamos la emoción con el hecho de que él que se casaba no era otro que tu Garfio.
Ese que te había llevado tantas noches al éxtasis del placer desde su malvado barco.
El dicho aquel que dicen, que en las bodas se liga es totalmente falso, ya os lo digo yo.
Ya que las princesas tradicionales adquieren el rol de protagonistas con sus empalagosos príncipes con leggins marcando paquete, o el calcetín que se ponen para disimular.
Para ellas y no te confundas eres la pobrecita que aún no tiene pareja, la del no te preocupes que ya veras como pronto llegan.
No amigos no, las que no se tienen que confundir son ellas!
De momento no quiero estar encadenada, guisar para los suegros el domingo y convertirme en una persona que diga... No te preocupes que ya veras como pronto te llega tu amor.
¿No hay un punto intermedio?
Normalmente es obligatorio.. ¿Tener que ir acompañada a una boda?
Me reí, deje la invitación sobre la butaca del estudio, recogí otra vez el bolso con la fiel intención de comprar el mejor vestido de fiesta para la ocasión. Sin miedo de convertirme en una especie de ex. Pero con la seguridad de ser la ex que confirma la excepción a la regla.
Sabía y era consciente de que mi Capitán Garfio maduraria, era obvio. Algunos lo hacen... Sabéis no.. Vamos, eso es lo normal.
Pero... Y qué había de Peter Pan. ¿También asistiría? ¿Con su flamante colección de coches?
¡La boda promete!
Yo iré con mi mejor sonrisa, un vestido y unos zapatos de ensueño para la ocasión.
Y puede que con algún lobo feroz...
Solo apto para princesas inconformistas cómo tú.. Cómo yo!